jueves, 16 de abril de 2009

Bicicleta onírica.


Es la primera noche que paso en mi nuevo hogar y creía estar sola.
Me levanto medio desnuda y salgo de la habitación que da directamente al salón, te encuentro sentado en el sofá. Hola! Te pregunto si se puede dejar la bici en el portal o si se quejan los vecinos, la tengo encadenada a una farola cerca de la puerta del edificio, me dices que sí se puede dejar dentro. De repente ya no estamos solos, hay más gente. Mamen también vive en esa casa, pero ella no está. Me susurras al oído si me puedes hacer una pregunta que llevas tiempo queriéndome hacer. Claro, te respondo. ¿Puedo dormir contigo esta noche? hay un amigo ocupando mi cama. No tiene pinta de pregunta macerada. No sé de que manera averiguo que una tal Celia es quien está en tu cuarto, no la conozco y no entiendo nada. Por supuesto que puedes dormir conmigo, cuando quieras te digo.

Riiiiiinnnnnngggggg

Te vuelves a colar en mis sueños y el despertador me devuelve a la superficie.
He vuelto a dejar la bici encadenada a una farola y el despertador me devuelve a la superficie.

(La foto no la he hecho yo, la he tomado prestada de internet. Me ha recordado a aquel remoto día en que nos robaron las bicis a Mamen y a mi, las solíamos dejar atadas juntas, pero aquella vez, después de una gran fiesta, sólo encontramos las cadenas...)


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